domingo, 22 de noviembre de 2009

Escultura en el Románico

LA ESCULTURA ROMÁNICA.
Las formas que adopta el románico se basan en una idea del arte desarrollado por y para la inteligencia humana, no para sus sentidos. No pretende, como otros estilos anteriores y posteriores, copiar fielmente la naturaleza, sino representar la belleza de una manera abstracta y racional. La escultura se subordina a la arquitectura y sigue los mismos planteamientos de sometimiento al orden racional y a la lógica.
Iconografía cristiana
Uno de los principios que rigen la escultura románica es la de su funcionalidad para la comunicación y transmisión de ideas mediante detallados programas iconográficos. Estas ideas pueden ser simbólicas o simplemente descriptivas de episodios bíblicos. Dirigidos a un público analfabeto. En el comienzo del románico prevalecen las escenas del Antiguo Testamento, pero rápidamente adquieren especial fuerza las historias del Nuevo. Posteriormente, la figura de María coge gran importancia.
El Bestiario
Esta estética convertía a los animales -tanto reales como imaginarios- en portadores de virtudes o perversiones, por lo que su aparición en capiteles, canecillos, tímpanos, etc. es reinventada y usada con sentido de enseñanza y advertencia. Destacan las aves, el león, el águila, la cigüeña como “animales del bien” y los dragones (principalmente), el mono, la serpiente, la libre, el conejo, el jabalí, el cerdo, la cabra, las arpías, las sirenas, los basiliscos y los centauros y el macho cabrío como “animales del mal”.
Iconografía profana
Habrá esculturas que representen las costumbres de la época (cacerías, fiestas, banquetes...) o la vida social, incluyendo a personajes más o menos corrientes en actitudes cotidianas.

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